Four Days in Catalonia: The Referendum in Pictures

By 9:30 a.m. on October 1, voting had only just begun at the Sanllehy medical center in the La Salut neighborhood of Barcelona. A large crowd had gathered outside the polling station...

This is the latest installment of Public Streets, an urban observation series created by Ellis Avery and curated by Abigail Struhl.


FOUR DAYS IN CATALONIA: THE REFERENDUM IN PICTURES

Leer en español (Read in Spanish) • Llegir en català (Read in Catalan)

 

By 9:30 a.m. on October 1, voting had only just begun at the Sanllehy medical center in the La Salut neighborhood of Barcelona. A large crowd had gathered outside the polling station, eager to have their say in Catalonia’s independence referendum. The sky was overcast, the air was humid, and it was beginning to drizzle, but in the crisp morning light, the atmosphere was electric. It was hard to believe that after such tension and uncertainty, the big day had finally come.

Amid the bustle and excitement, a woman suddenly emerged from the building, then addressed the crowd with an urgent request: “Does anyone here have an electric fan? It is far too hot in there!” Several members of the crowd quickly mobilized, running back to their homes; a few minutes later, a young man returned, holding a fan in the air like a trophy. The crowd erupted in cheers.

It would be a long day, but one filled with heartwarming moments and a strong community spirit. In the hallway of the Sanllehy polling station, volunteers placed chairs so that elderly voters could rest; the young waited patiently in line outside. But by the early afternoon, as rain poured down on the long, straight streets of Eixample, convoys of Guardia Civil trucks sped ominously through the city on their way to shut down polling stations and seize ballot boxes.

A somber sign outside the Institut Jaume Balmes informed potential voters: “Aqui ja no podeu votar” (“Here you can no longer vote”), explaining underneath, “La policia nacional ha fet ús de la força per emportar-se les urnes” (“The national police has used force to take the ballot boxes”). Nonetheless, the effort to cast ballots continued. Clapping at the Escola l’Univers in Gràcia announced a new wave of successful voters, who exited the school with resilient smiles.

My time in Barcelona had begun four days earlier. When I arrived, I noticed the “” (“Yes”) posters decorating the walls of the city and the estelada flag, symbol of Catalan independence, adorning balconies and draped over the shoulders of the determined, patriotic youth roaming the streets. By September 28, students had already occupied the Universitat de Barcelona, due to be used as a polling station, in fear that Spanish authorities might take it over in a preemptive shutdown of the referendum.

On September 29, in a spectacular—and unusual—parade, farmers drove hundreds of tractors into Barcelona and parked them in the streets surrounding Spanish government offices. And on September 30, the night before the scheduled vote, residents of the Gràcia district gathered on Carrer de la Llibertat, a quiet, intimate side street, for a communal street party in celebration of the referendum: plastic picnic tables were laid out with food and bottles of wine, children ran around playing games, and adults engaged in traditional Catalan dance. The feeling was that the city—indeed, all of Catalonia—was on a precipice. And no one quite knew what was to come.

As the situation in Catalonia continues to develop, the mainstream media is saturated with images of police violence and stories of a bitter constitutional dispute. In contrast, these photographs attempt to explore the complexity and contradiction, the emotion and struggle, the hope and frustration—in short, the deeply human aspects—of these tense four days in Catalonia.

 

Text and photographs by Reuben Ross; translation into Spanish and Catalan by Xavier Roura.

 

Leer en español (Read in Spanish) • Llegir en català (Read in Catalan)

Cuatro días en Catalunya: El Referéndum en Imágenes

Read in EnglishLlegir en català (Read in Catalan)

 

A las 9.30 del día 1 de octubre, apenas había empezado la votación en el Centro de Atención Primaria Sanllehy, en el vecindario de La Salut de Barcelona. Una gran multitud se había reunido fuera del colegio electoral, ansiosos por expresar su opinión en el Referéndum de Independencia de Catalunya. El cielo estaba nublado, el aire era húmedo, y empezaba a caer algo de llovizna pero, en la fresca luz de la mañana, el ambiente era eléctrico. Era difícil creer que después de tanta incerteza y tensión, el gran día hubiera llegado.

En medio de la emoción y el bullicio, de repente, una mujer salió del edificio y se dirigió a la muchedumbre para hacer un urgente requerimiento: “¿Alguien tiene un ventilador eléctrico? ¡Hace demasiado calor ahí dentro!” Unas cuantas personas de la multitud se movilizaron rápidamente, corriendo de vuelta a sus casas; unos pocos minutos después, un hombre joven volvió, sujetando un ventilador en el aire como si de un trofeo se tratara. La muchedumbre estalló en vítores.

Sería un día largo, pero lleno de momentos reconfortantes y un fuerte espíritu de comunidad. En el pasillo del colegio electoral de Sanllehy, varios voluntarios pusieron sillas para que los más ancianos pudieran descansar; los más jóvenes esperaron pacientemente en cola fuera. Pero después del mediodía, mientras la lluvia caía por las largas y rectas calles del Eixample, convoyes y camiones de la Guardia Civil se apresuraron ominosamente por la ciudad con la intención de cerrar los colegios electorales y apoderarse de las urnas.

Un sombrío letrero fuera del Institut Jaume Balmes informaba a los potenciales votantes: “Aquí ja no podeu votar” (“Aquí ya no podéis votar”), explicando, debajo mismo, “La Policía Nacional ha fet ús de la força per emportar-se les urnes” (“La Policía Nacional ha usado la fuerza para llevarse las urnas”). Sin embargo, los esfuerzos para votar continuaron. Aplausos en la Escola l’Univers, en Gracia, anunciaban una nueva oleada de votantes, que salieron de la escuela con sonrisas resilientes en sus caras.

Mi estancia en Barcelona había empezado cuatro días antes. Cuando llegué, advertí los carteles del “Sí” decorando las paredes de la ciudad y las banderas de la estelada, símbolos de la independencia de Catalunya, adornando balcones y colgando de las espaldas de la determinada y patriótica juventud que recorría las calles. El día 28 de septiembre, los estudiantes ya habían ocupado la Universitat de Barcelona, debido a que se usaría como colegio electoral, por miedo a que las autoridades españolas pudieran tomarla para cerrarla preventivamente para el Referéndum.

El día 29 de septiembre, en una espectacular—e inusual—manifestación, los granjeros conducieron centenares de tractores hacia Barcelona, y los aparcaron en las calles que rodeaban los edificios gubernamentales españoles. Y en el día 30 de septiembre, la noche antes de la votación programada, vecinos del barrio de Gràcia se encontraron en la calle de la Llibertat, una tranquila e íntima calle secundaria, para una fiesta en la vía pública para celebrar el Referéndum: se pusieron mesas de picnic de plástico con comida y botellas de vino, los niños corrían alrededor jugando y los adultos bailaron una danza tradicional catalana. El sentimiento era que la ciudad—de hecho, toda Catalunya—era al borde del precipicio. Y nadie sabía lo que estaba por venir.

A medida que la situación en Catalunya continúa desarrollándose, los medios generalistas están saturados con imágenes de violencia policial e historias de una amarga disputa constitucional. Por otro lado, estas fotografías intentan explorar la complejidad y contradicción, la emoción y la lucha, la esperanza y la frustración—en resumidas cuentas, los aspectos profundamente humanos—de esos cuatro tensos días en Catalunya.

 

Texto y fotografías por Reuben Ross, traducción al español y catalán por Xavier Roura.

 

Read in EnglishLlegir en català (Read in Catalan)

Quatre dies a Catalunya: El Referèndum en Imatges

Read in EnglishLeer en español (Read in Spanish)

 

A les 9.30 del dia 1 d’octubre, amb prou feines havia començat la votació al Centre d’Atenció Primària Sanllehy, al veïnat de La Salut de Barcelona. Una gran gentada s’havia reunit fora del col·legi electoral, tots ansiosos per expressar llur opinió en el Referèndum d’Independència de Catalunya. El cel estava enteranyinat, l’aire era humit, i començava a caure un xic de plugim però, enmig de la fresca llum del matí, l’ambient era elèctric. Era difícil de creure que, després de tanta incertesa i tensió, hagués arribat el gran dia.

Enmig de l’emoció i la gatzara, de sobte, una dona va sortir de l’edifici i es va adreçar a la multitud per fer un important requeriment: “Algú té un ventilador elèctric? Fa massa calor allà dins!” Unes quantes persones de la gentada es van mobilitzar ràpidament i van córrer de tornada a llurs cases; pocs minuts més tard, un home jove va tornar, agafant un ventilador enlaire com si es tractés d’un trofeu. La gentada va esclatar en aplaudiments i crits d’eufòria.

Seria un dia llarg, però ple de moments recomfortants  i un fort esperit de comunitat. Al passadís del col·legi electoral de Sanllehy, diversos voluntaris van disposar cadires per tal que els més ancians poguessin descansar; els més joves esperaven pacientment a fora tot fent cua. Però després del migdia, mentre queia la pluja pels llargs i rectes carrers de l’Eixample, combois i camions de la Guardia Civil es van apressar ominosament per la ciutat, amb la intenció de tancar els col·legis electorals i apoderar-se de les urnes.

Un ombrívol cartell informava els potencials votants: “Aquí ja no podeu votar”, explicant, a sota mateix, “La Policía Nacional ha fet ús de la força per emportar-se les urnes”. Tanmateix, els esforços per votar varen continuar. Apludiments a l’Escola l’Univers, a Gràcia, anunciaven una nova onada de votants, que van sortir de l’escola amb somriures resilients a llurs cares.

La meva estada a Barcelona havia començat quatre dies abans. Quan vaig arribar, em vaig adonar dels cartells del “Sí” que decoraven les parets de la ciutat; les estelades, símbols de la independència de Catalunya, adornant balcons i penjaven de les espatlles de la determinada i patriòtica juventut que recorria els carrers. El dia 28 de setembre, els estudiants ja havien ocupat la Universitat de Barcelona, a causa que s’empraria com a col·legi electoral, per por al fet que les autoritats espanyoles poguessin prendre-la per tancar-la preventivament de cara al Referèndum.

El dia 29 de setembre, en una espectacular—i inusual—manifestació, els pagesos van conduir centenars de tractors cap a Barcelona, i els van aparcar als carrers que envoltaven els edificis governamentals espanyols. I el dia 30 de setembre, la nit abans de la votació programada, veïns i veïnes del barri de Gràcia es van trobar al carrer de la Llibertat, un tranquil i íntim carrer secundari, per fer festa a la via pública per celebrar el Referèndum: es van disposar taules de pícnic de plàstic amb viandes i ampolles de vi, la mainada corria al seu voltant tot jugant i els adults van ballar una dansa tradicional catalana. El sentiment era que la ciutat—de fet, tot Catalunya—era a la vora del precipici. I ningú sabia què havia de venir.

A mesura que la situació a Catalunya continua desenvolupant-se, els mitjans generalistes estan saturats d’imatges de violència policíaca i històries d’una amarga disputa constitucional. D’altra banda, aquestes fotografies intenten explorar la complexitat i contradicció, l’emoció i la lluita, l’esperança i la frustració—ras i curt, els aspectes profundament humans—d’aquestes quatres tenses jornades a Catalunya.

 

Text i fotografias per Reuben Ross, traducció a l’espanyol i català per Xavier Roura.

 

Read in EnglishLeer en español (Read in Spanish)
Featured image: Two friends enjoy a historic moment at the closing campaign rally in Plaça d’Espanya.. Photograph by Reuben Ross